Esta semana leemos la parashat Vaykra que también viene acompañada de una porción de Devarim (Deuteronomio) llamada Zachor.
Los sabios de Israel comentan que la palabra Zachor significa ‘memoria’ (recordar). Es importante ver que hay una diferencia fundamental entre historia y memoria. La historia comprende el relato de acontecimientos que sucedieron en algún momento dado, a otras personas, a un país o una comunidad a grandes rasgos.
De su lado, la memoria es "mi historia personal", lo que me sucedió a mí a lo largo de los años. Bajo esta marcada diferencia existe un llamado fundamental para el noájida, y es el saber que estamos llamados a recordar la ‘historia de la creación’ (Shabat) la cual encierra en sí misma dos tipos de santidad: la de la persona; y la del tiempo.
En esta porción de Zachor, que antecede a Purim, se establece el recordar a Amalek, lo que hizo, lo que habló, lo que pensó y entender sus intenciones en contra del pueblo de Israel, el cual marcaba un recurrente ataque por la retaguardia. Esto nos indica que era un ataque minuciosamente pensado en contra de los indefensos, los rezagados, que bien pudieran ser niños, mujeres y ancianos - casi un espejo de lo que vemos hoy en día tras los recientes ataques - .
Para el pueblo judío, la historia no es simplemente el deber de los eruditos o de una élite religiosa. El mandato de recordar es imperativo religioso que recae en todos. Es esta interiorización de la historia la que llevó a los rabinos a decir (como se repite en la Hagadá de Pesaj): “en cada generación, cada persona debe verse a sí misma como si hubiera salido personalmente de Egipto”. Zachor trae el pasado al presente y hacia el futuro.
De acuerdo a lo observado por el gran rabino del Reino Unido, Jonathan Sacks, indicó: “En el judaísmo no hay ningún sentido del individuo atómico - el yo en y para sí mismo - que encontramos en la filosofía occidental desde Hobbes en adelante. En cambio, nuestra identidad está ligada horizontalmente a la de otros individuos: nuestros padres, cónyugue, hijos, vecinos, miembros de la comunidad, conciudadanos, compañeros judíos. También estamos unidos verticalmente a aquellos que nos precedieron, cuya historia hacemos nuestra. Ser judío es ser un eslabón en la cadena de generaciones, un personaje de un drama que comenzó mucho antes de que naciéramos y continuará mucho después de nuestra muerte. La memoria es esencial para la identidad, así insiste el judaísmo. Ser judío es saber que la historia de nuestro pueblo sigue viva en nosotros”... cierro la cita.
Una pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo nos afecta la historia de Amalek como noájidas? Y ¿cuál es el ejercicio de memoria que nos corresponde?
Recordemos nosotros en esta época, desde dónde el decreto de extinción fue declarado y reflexionemos como noájidas al respecto desde la historia misma hasta el actual presente.
Nuestro estimado rabino David Shalem nos insta a recordar de la siguiente manera: ‘Tener presente que El Nombre Divino y el mundo en general no se completará hasta que el mal sin sentido desaparezca’. Otra opinión de nuestro querido Yaakov Amar plantea que la gematría (valor numérico de las letras) de Amalek es como la palabra ‘Safek’ que significa ‘duda’. Él concluye que si una persona tiene Emunah, puede romper todos los límites! y esto es acabar con la duda, acabar con Amalek.
Muchos hemos pasado por alguna duda en cuanto a nuestra identidad. Como noájidas no podemos darle espacio, sino todo lo contrario, a conservar y usar nuestra Emunah para romper con todos los límites. Al noájida especialmente, lo que nos corresponde es conocer a profundidad nuestra propia identidad!
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