Por Fabián Sepúlveda Morales
Uno de los principios del judaísmo, es la eternidad de la Torá, entendida como un conjunto de leyes, ordenanzas, estatutos y preceptos entregados por D-os en el monte Sinaí. Existen versículos que dan la impresión de que la Torá rige de la misma forma para Israel y las naciones (Éx.12:49, Lv. 24:22, Nm 9:14; 15:15-16), pero al leerlos en contexto, vemos que se refiere a mandamientos específicos comunes o aspectos vinculado, pero no a la totalidad de la Torá. Por otra parte, el Tanaj atestigua en reiteradas ocasiones que fue entregada como herencia a Israel (Éx. 24:7-8, Lv.26:46; 27:34; Dt. 4:1,8;6:3;31:24-26;33:4; Mal. 3:22, Sal. 78:1-7,103:7; 105:45-45; 147:19-20, Neh. 9:13-14). Pero, ¿se les dio a las naciones la posibilidad de recibir la Torá?
La respuesta a esta pregunta la encontramos en el Talmud, en Avodá Zará 2b y en el Midrash Sifrei Devarim 343:
“Y [Moshé] dijo: “El Eterno vino desde el Sinaí…” (Dt. 33:2): cuando el Eterno apareció para dar la Torá a Israel, no es solo a él que se le apareció, sino que a todas las naciones…”
Básicamente, el midrash plantea que, antes de que el Eterno le entregara la Torá a Israel, se la ofreció a las naciones, pero ellas la rechazaron porque había leyes que no estaban en línea con sus conductas y costumbres y, por tanto, no podrían alegar a D-os por Su decisión. Pero, ¿debe interpretarse este relato como un evento que ocurrió realmente?
Lo primero es que un midrash, es un relato alegórico u homilético que tiene como sentido transmitir una enseñanza moral. Como tal, no debe entenderse en un sentido literal. En este caso, se indica que la Torá fue ofrecida de forma genérica a distintas naciones, mas, no a cada individuo. La base del midrash, está en Dt. 33:2. Versículos después, se nos indica que la Torá fue dada como herencia a Israel (v.4). A partir de esta insinuación se construye la alegoría.
Si no ocurrió literalmente, ¿cómo debemos entenderla.? Siendo D-os el Juez de toda la Tierra, lo esperable es que en Su elección actuara con justicia. Él deseaba que todas las naciones cumplieran leyes éticas que buscan la justicia, equidad, bondad y el desarrollo de la humanidad, pero en algún punto de su historia, la humanidad se desvió del camino de HaShem, Por medio de la idolatría, se vindicó el poder político y económico de unos pocos, legitimando la esclavitud y la tiranía bajo la excusa de mantener el orden cósmico. Dado que, en general, las naciones fallaron en su observancia, D-os escogió a Israel para darle la responsabilidad de ser luz para transmitir a la humanidad los mandamientos éticos contenidos en la Torá, la cual rompe con el paradigma idólatra, al recordar la dignidad inherente al ser humano, creado a semejanza de D-os, por encima de su etnia, credo, nivel socioeconómico o idioma. Finalmente, pese a ser herencia de Israel, el Midrash Yalkut Shimoni (Parashat Itró, Simán 277) señala que fue entregada en el desierto porque allí “no hay reinos, ni propiedad”, por lo que es importante para todos. Por tanto, aun cuando las naciones hayan fallado en su misión espiritual, individualmente, cada persona tiene la posibilidad de acercarse y aceptar la Torá, sea como noájida; sea como converso y parte de Israel.
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