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Foto del escritorNOTI NOAJ

MEDITACIÓN N° 28 SÍNDROME DE ESQUEISMO


Dios, si Tú preservaras las iniquidades, HaShem, ¿quién podría sobrevivir? Contigo está el perdón, empero, para que Tú puedas ser temido. Tehilim 130:3 

Los seres humanos tendemos a poner excusas como justificación a una actitud tóxica; no debemos dejar que estas sean constantes para poder crecer.

Si la persona da excusas con frases como: ‘es que había tráfico, y por eso llegué tarde’, ‘es que lo nuestro no funciona’ o ‘es que el perro se comió mis apuntes’, es probable que sufra del síndrome del esqueísmo.

La definición de este concepto es obra de la psicóloga Teresa Terol, la cual dice que: Es la tendencia humana a buscar excusas a su conducta tóxica en lugar de buscar soluciones o aprendizajes”.

Este concepto suena extraño, incomprensible. Sumado a esto, el término no se encuentra dentro de las definiciones en la RAE. Sin embargo, cada vez es más común justificar nuestro comportamiento poniendo delante la construcción “es que…” “es que…” y “es que…”

¿Por qué ponemos tantos pretextos?

Las personas tienen la necesidad de que sus actitudes, creencias y conductas sean coherentes entre sí, evitando que estos elementos se conviertan en un desastre.

Cuando existe inestabilidad entre actitudes, creencias y conductas, el conflicto lleva a la falta de armonía en las ideas, lo cual genera malestar, y eso no le gusta al cerebro, ya que se inicia una lucha entre la parte emocional, (la que quiere hacer lo que le da la gana), para convencer a la parte racional (la que toma las decisiones).

Los pretextos aparecen en la mente cuando trata de convencer a la razón, ya que el cerebro no puede trabajar con esa desunión. La razón acaba convenciéndose de lo que le dijo la emoción y vuelve propios estos pretextos. En muchos casos esta acción la vamos desarrollando desde pequeños.

Es muy fácil dejarte llevar por los peros. Es por eso que te comparto…

Cinco tips para combatir el esqueísmo.

Sé sincero contigo mismo. Aceptar que lo que estamos haciendo es ponernos excusas para no hacer lo que realmente debemos y poder aprender de ello. Esto es difícil y doloroso en un inicio, pero de gran beneficio en el largo plazo.

Sé congruente. Para la salud integral de las personas, la verdad es saludable. La frontera entre el “esqueísmo” y la mitomanía es muy delgada. Las pequeñas mentiras diarias pueden hacer la vida cotidiana aparentemente un poco más soportable, pero es un camino engañoso que no te llevara a cumplir tus objetivos.

Sé disciplinado. No confundas lo que simplemente apeteces con lo que realmente anhelas. Volvemos así a la disciplina entendida como amor propio, esa que nos permite proteger lo que amamos, lo que queremos, lo que quieres ser y en lo que te quieres convertir.

Sé cauteloso. Escucha tus “esques” y pon atención en lo que le dices a la gente, porque las falsas excusas o motivaciones simuladas están hechas para los demás, y el proceso de creerlas tú mismo, es el requisito para que las crean los demás.

Sé honesto. Lo primero que debes saber, es que una excusa no es más que una mentira. Cuantas más excusas fabriques, más fácilmente seguirás haciéndolo. Del mismo modo que cada vez que comienzas a decir la verdad, se vuelve más sencillo repetir el hábito.

Son muchas las personas que recurren a las justificaciones más imaginativas para no afrontar aquello que les da miedo y postergarlo.

Si alguien quiere ser respetado y, sobre todo, sentirse bien consigo mismo, debe dejar a un lado las excusas y simplemente, actuar, afrontar, resolver y transformar.

Si las excusas has sido tu salvavidas en la vida, es momento de que te lances y aprendas a nadar.

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