"Este mes será para ustedes el comienzo de los meses..." . Sean testigos del renacimiento de la luna y consagren ese momento como Rosh Jodesh, la "cabeza del mes" . Cuenten los meses, calculen y midan el tiempo, y establezcan el primer día de cada mes como un día significativo y destacable.
Aunque sabemos que tiempo y espacio no son absolutos, que no existe un espacio definitivo, ni tampoco un flujo definitivo, concreto, de tiempo, en la realidad observable. Las propiedades físicas del universo se definen en tanto se ubican dentro de los límites de una región definida en el espacio tridimensional (direcciones: derecha/ izquierda, adelante/atrás y arriba/abajo) y se posicionan en una determinada longitud de onda, la del tiempo.
La vida existe en un estado espacio-temporal.
Esta es la noción que la Nación de Israel necesitaba conocer, para santificar el tiempo a fin de que pudiera celebrar las Festividades y el Shabat; y la consagración del espacio, para disponer de objetos con los que realizar las mistzvot (Preceptos).
Nosotros, como monoteístas de la Toráh, también debemos consagrar el tiempo.
El pasado es útil, porque aprendemos de él, para no incurrir en los mismos errores. No podemos cambiar el pasado, pero sí podemos aprender de él.
El presente es el más relevante, pues en él podemos tomar decisiones que pueden hacer nuestra vida mucho más productiva y feliz que en el pasado, y podemos forjar en él un futuro mejor todavía.
¿En qué ocupas tu tiempo? ¿Crees que tu tiempo está bien organizado con actividades que ayudan a tu desarrollo, abarcando todas las áreas de tu ser? (pregunta retórica).
Pero la pregunta es: ¿cómo debemos utilizar el tiempo?
Es conveniente dividir el tiempo de tal manera que podamos atender todas nuestras necesidades materiales y físicas, pero también las necesidades de nuestra alma, las necesidades espirituales.
Debemos dedicar un tercio del día, por lo menos, para el estudio de Toráh, la plegaria personal, la introspección que nos lleva a la Teshuvá (arrepentimiento y cambio de conducta); y para ayudar a quienes lo necesitan mediante el Jesed (actos de bondad) y la Tzedaká (justicia social).
De esta manera nuestra alma se va a fortalecer junto con el cuerpo.
No debemos dejar que el pasado nos condicione, debemos esforzarnos por superar todas esas situaciones que vivimos, que no fueron gratas. Y la única manera de lograrlo es estando en conexión permanente y profunda con el Eterno.
Organicemos nuestro tiempo para poder estar más apegados a Di-s, y así permitirle que nos ayude a cumplir nuestro propósito de vida, aquel que tenemos desde antes de nuestro nacimiento en esta dimensión.
Que esto sea una realidad en la vida de cada uno de nosotros.
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