Los diez mandamientos son, sin duda, el documento religioso más famoso a nivel mundial, también llamados “Diez Aserciones”. Estos fueron comunicados por Di-s al pueblo de Israel en el Monte Sinaí, 40 días después del Éxodo de Egipto.
Hashem le entregó los mandamientos a Moshé en dos tablas y aquí podemos observar la diferencia entre las dos.
Un ejemplo claro de esto es el primer y segundo mandamiento, pues están incluidos en todos los 613 preceptos que, D-os es Uno y no hay otro, por lo tanto, sus mandamientos dados a Israel se deben cumplir porque ÉL es Di-s.
Ahora bien, los 613 preceptos dados al pueblo de Israel durante su travesía por el desierto (no fueron entregados todos en un solo lugar; desde antes de la salida de Egipto ya les fueron entregados algunos de ellos y así durante todo el trayecto).
Unidos a los 7 preceptos de Noaj forman las joyas que decoran la Corona del Reinado del Todopoderoso, Bendito Sea, sobre todo el mundo con 620 gemas.
Es así que el pueblo judío con sus 613 preceptos y las naciones con sus 7 preceptos llegan a adornar esta Corona y aquí vemos la gran importancia de nosotros como Noájidas cuando cumplimos y estudiamos de manera puntillosa el rol que Él nos dejó.
Para poder explicar la importancia de permanecer unidos a HaShem y el cumplimiento de Preceptos, mediante el estudio permanente de Toráh, la Tefilá (plegaria) y la Tzedaká les daré el siguiente ejemplo:
Somos como ramas de un árbol frondoso, mientras estemos aferrados al Tronco del Árbol (Di-s), mientras estemos alimentándonos con Su Savia (Toráh-Tefilá-Tzedaká), tendremos Su ayuda para aceptar los Preceptos que nos corresponden y ponerlos en práctica.
Y no solo eso, sino que podremos ser útiles a los demás; así como las ramas de un árbol frondoso dan sombra y sirven de hogar a los pajaritos.
Pero, si somos cortados del Tronco, nos volveremos una rama dura y seca; y no contando con la Savia que proviene del Tronco no podremos cumplir con nuestro propósito de vida, que es conocer a HaShem, rectificar nuestra alma y esparcir la luz de la Toráh a todo el que esté interesado en conocer la Verdad; de la misma manera que la rama ya no podrá dar sombra ni ser el hábitat de las aves.
Que el Eterno nos ayude para que podamos estar firmes, apegados al tronco, hasta la venida del Mashíaj, que sea pronto y en nuestros días.
Bibliografía: libro Cabalá y meditación para las naciones; Rabino Itzjak Ginsburgh
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