En este mes, dentro de las 4 porciones que nos toca leer, hay una porción que habla de los emisarios que fueron enviados a la tierra prometida para que le informaran al pueblo cómo era el lugar dónde Dios les había dicho que vivirán.
Aquí hay dos hechos, por un lado, 10 de los 12 emisarios hablaron cosas negativas haciendo que el pueblo llorara y se sintiera mal por saber que la tierra a la que iban no era como Dios les había dicho y los otros dos de los emisarios hablaron bien de la tierra prometida, el otro hecho es que estos emisarios eran jefes, los príncipes de las tribus de Israel.
Una enseñanza que podemos ver es que, no importa el rango o estatus social que se tenga siempre se tiene el riesgo de hablar negativamente y por esta causa dañar otras personas, debemos de tener cuidado de todo lo que decimos y procurar que nuestras palabras sean más de ayuda ya que nuestras palabras pueden cambiar el rumbo de hacía dónde va una persona, un ejemplo claro está con nuestros hijos porque nosotros somos los jefes, los príncipes de nuestra familia, nuestra tribu. Si le decimos a nuestros hijos “es que tú no sabes”, “tú no puedes” o cosas así de negativas ellos se lo creerán y verán con eso toda su vida pero, si nosotros cambiamos esas palabras por; “sé que te está costando trabajo campeón pero sé que vas a poder hacerlo porque tú eres una persona inteligente y puedes con todo” y estas palabras las acompañamos con una buena guía, será una programación que integraremos a su mente y nadie se las podrá cambiar. Este es solo un ejemplo que se me ocurre, pero lo podemos hacer con cualquier persona.
Como siempre amigos, los invito a la reflexión y a pensar en cada una de nuestras palabras que decimos y a quién se las decimos para que siempre podamos ser un factor de cambio positivo y no negativo.
Les deseo todo lo bueno y todo lo mejor y que Él Eterno, Bendito es Él, los llene de mucho éxito y prosperidad, salud y alegría.
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