EL RECIPIENTE
En este mes se leen cuatro porciones de la Torah (Biblia), en las que se hablan de las leyes que debe de cumplir el pueblo de Israel, leyes que hablan del comportamiento que debe tener el ser humano con su prójimo, de los cuidados que debe de tener para no perjudicar a su prójimo, también las instrucciones de cómo construir el lugar dónde Dios, Bendito es Él, residirá. La pregunta que surge es ¿Qué podemos aprender de esto?.
Hoy en día veo una sociedad que cada vez se preocupa menos por respetar las leyes y no solo hablo de las leyes de Dios, Bendito es Él, también hablo de las leyes de los lugares donde viven. Cada vez escucho de más divorcios, más delincuencia (en todos los sectores sociales), más drogadicción, violencia de todo tipo y podría mencionar más cosas pero no me alcanza el artículo. No he conocido persona que no quiera estar conectada con Di-os, Bendito es Él, o con su ser supremo según sea su creencia, pero no sé preocupan por tener un orden en su comportamiento, por respetar las leyes.
En base a este razonamiento que expongo anteriormente, llego a la idea de que, no se puede estar conectado con Dios, Bendito es Él, sin antes aceptar el cumplimiento de estas leyes éticas y morales que nos lleven a vivir en armonía con nuestro prójimo, solo así podremos tener el lugar adecuado para poder construir en templo sagrado donde pueda residir nuestro Padre Celestial, este lugar al que quiero hacer referencia no es un espacio de tierra, hablo de nosotros mismos, de nuestro propio ser, ese espacio interior donde Dios, Bendito es Él, se pueda manifestar en nosotros y en nuestras vidas. Los invito a mantenernos en constante cuestionamiento de nuestras acciones, sin importar si creemos que son buenas o tengamos buenas intenciones, tal vez, sin saberlo podamos afectar a nuestro prójimo.
Quiero terminar con el siguiente juego de palabras: “En boca cerrada no entran moscas, pero en una mente abierta entra un mar de conocimiento”.
Comments