Entre nosotras, mis queridas; quien alguna vez no se sintió una líder? Hoy me quiero centrar en dos tipos de políticos que fallan a la hora de conducir.
El primer tipo es el villano, es el que sin vergüenza busca sus propios intereses, puede hablar bien en público hacer señales de una gran transparencia, pero a la hora de hacer rendición de cuentas y conocerlos dejan mucho que desear, pronto te desengañaras de la idea que haya una sola fibra de altruista en su ser. Que se quedaría décadas viviendo de un salario público.
El segundo es el hombre o mujer honesta, educada e intencionada que quiere dejar una huella positiva en el mundo, se esfuerzan por la causa común, sacrifican su salud y son consumidos por la propia llama de su altruismo, tienden a agotarse y les es casi imposible mantener en alto sus estandartes.
Un verdadero líder va por encima de estas opciones, su atención se eleva por sobre los demás pero no deja de centrarse en su autorrealización y superación personal en el proceso.
Moshe fue el líder más grande de la historia y el hombre que solo inspiró a una nación y los condujo de la miseria a la oportunidad.
La Torá registra que Moshe era bueno y que esto se traduce a que había nacido circuncidado y que la casa se llenó de luz con su presencia en el momento de su nacimiento, el hecho de que había nacido circuncidado demuestra que había alcanzado su propia medida de perfección y por lo tanto tenía derecho a influir en los demás.
Todos tenemos la capacidad de tener logros, responsabilidad y habilidad para liderar.
Nuestro propósito es alcanzar y llevar la luz a todos los corazones y que vivamos de acuerdo con los ideales que defendemos públicamente.
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