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Foto del escritorNahuel Oscar Ezequiel Aranda

Alegoría de los Sabios

Actualizado: 3 abr 2023

Yojeved Difonso

CUERPO Y ALMA

El espíritu humano asciende a lo alto, el espíritu de la bestia desciende hacia la tierra. Eclesiastés 3:21

El hombre jamás puede ser feliz si no alimenta su alma tal como alimenta su cuerpo. El Rebe

Cada día de nuestra vida bebemos agua y alimentamos nuestro cuerpo con comida saludable y placentera. Si no fuese así sufriríamos serias enfermedades y quizás llegaríamos a la muerte, porque nuestro cuerpo necesita los nutrientes que le dan energía para realizar su trabajo.

De la misma manera nuestra alma, que es otra parte de nuestro ser, necesita alimentarse para mantenerse saludable. La diferencia es que el alma no requiere de materia orgánica sino de estudio de Toráh, plegaria y obras de bondad.

Cada día deberíamos estipular un tiempo determinado e inamovible para la plegaria personal, de no menos de una hora. Mediante la plegaria nos conectamos con el Creador, Fuente de Vida, y le agradecemos por todas las bendiciones que Él, Bendito Sea, derrama sobre nosotros, nuestros amados y el mundo entero. También pedimos que nos ayude a tener fe completa que Él está supervisando al mundo y a nosotros permanentemente; está al control de todo, y todo es para bien, ya que todo tiene un propósito para nuestra vida. Luego podemos acudir al Eterno para suplicarle que nos ayude a perfeccionar nuestras cualidades y llevarle todas nuestras preocupaciones, agradeciéndole por escuchar nuestra plegaria.

De la misma manera es importante separar un tiempo específico e inamovible para el estudio de la Toráh ya que a través de ella HaShem se comunica con nosotros y nos instruye por el camino que debemos transitar. Durante una, dos o tres horas, por lo menos debiéramos concentrarnos en esta imprescindible actividad.

Si nos relacionamos con el Creador de esta manera, cada día, como consecuencia comenzaremos a preocuparnos también por los demás. Entonces, debemos tratar, de acuerdo a nuestras posibilidades, de ayudar al necesitado: con tzedaká, escuchándolos si lo necesitan, visitándolo en su lecho de enfermedad, dándole alimentos, etc.

Estas tres cosas: plegaria, Toráh y ayudando al prójimo son la forma como alimentamos nuestra alma.

De esta manera nuestro ser estará en equilibrio, cuerpo y alma, y podremos gozar de felicidad y vivir el paraíso en esta tierra.


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