Yosef González
“GRACIAS”
En la actualidad, vivimos una época en la que la “libertad de expresión” se toma a la ligera, donde nos creemos capaces de poder decir lo que sea, como sea, sin importar el daño que hagamos hacia los demás, donde se quiere demostrar la verdad buscando evidenciar el error del prójimo. Aquí es donde entra la “Prohibición de la blasfemia”. Con este precepto, Él Eterno nos invita a que aprendamos a usar una de las virtudes que nos dio, como es la virtud del habla. Una virtud con una fuerza capaz de construir como también de destruir.
Está escrito en Salmos 117:1 “Alabad a Dios todas las naciones, alabadle todos los pueblos” y en Génesis 1:26 está escrito “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Con estos textos aprendemos la importancia de la prohibición de hablar cosas negativas en contra del nombre de Dios, de Dios o de cualquiera de sus nombres, así como también la importancia de no hablar cosas negativas de nuestro prójimo.
En esta prohibición está implícito el no hablar negativamente de Dios o de algunas de sus virtudes, pero no sólo es eso, el referirnos negativamente hacia nuestro prójimo, insultarlo, causarle alguna vergüenza o daño con nuestra boca también es blasfemar en contra de Dios ya que somos imagen y semejanza de Él. Esto se pone más agravante si lo hacemos en contra de nuestros padres padres y por eso es fundamental el honrar y respetar a nuestros padres. Este valor se debe de practicar desde niños y solo así, aprenderemos a respetar a los demás. Te propongo un ejercicio, cada ves que te encuentres con una persona que te parezca grosera, pregúntale por sus padres y en ese momento entenderás su comportamiento.
Uno de los valores fundamentales para vivir en armonía es el respeto y si aprendemos a vivir con respeto veremos el cambio en todas las cosas.
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