La influencia y dominio de Antíoco IV Epífanes sobre la tierra de Israel se vieron potenciados por el resurgimiento de una amenaza latente para el pueblo judío: la asimilación. El Templo había sido profanado, muchos judíos se asimilaron voluntariamente (1 Mac. 1:11-15), pero en medio de este escenario desolador, surgió una pequeña esperanza para los judíos que aún conservaban su identidad: cuando llegaron a la región de Modín, los delegados del rey le solicitaron a Matatías (un sacerdote aarónico residente en la región) que hiciera una ofrenda con un cerdo sobre un altar pagano. Él se rehusó, y al ver que un judío se dirigía a ofrendar ante el ídolo, lo degolló,así como al delegado real, actuando como lo hizo siglos antes Pinjas, hijo de Eleazar y nieto de Aarón (1 Mac. 2:1-25). Éste fue el inicio de la revuelta contra el imperio sirio-helenista (seléucida). Matarías y sus cinco hijos huyeron hacia las montañas y cuevas del desierto de Judea. Sus nombres eran Jonatán, Simón,Judá, Eleazar y Juan, quienes se convertirían, después de él, en líderes de la revuelta contra Antíoco IV. De ellos, Judá pasó a ser conocido como “Macabeo” o “Macabí” (término asociado a una palabra que significa “martillo” en hebreo). A ellos se unió un grupo de granjeros o algunos de “jasidim” o “hasideos” (piadosos) observantes de la Torá, cuyas armas eran bastante rudimentarias, pero que lucharon, formando ejércitos pequeños contra el poderoso y adiestrado ejército seléucida. Atacaron a sus invasores y a grupos judíos asimilacionistas,y destruyeron sus altares y restablecieron la observancia de varias leyes prohibidas por el rey (1 Mc 2:43-48).
Al cabo de tres años, y luego de intensas luchas contra Antíoco y sus ejércitos,los Macabeos, liderados en ese momento por Judá, hijo del otrora líder Matatías, recuperaron el monte del Templo (1 Mac. 4:36-59). Una vez hecho esto, emprendieron la tarea de consagrar el Templo y destruir el altar profanado, todo lo cual tuvo lugar exactamente el mismo día en que había sido profanado (1 Mac. 4:52-54; 2 Mac. 10:1-5). Éste sería el primer Janucá de la historia, celebrado en el año 164 A.E.C. Sin embargo, pese a esta victoria, la guerra contra el imperio seléucida, no terminó con la dedicación del Templo. Ese fue sólo el inicio del proceso de independencia judía, la cual se alcanzaría 22 años más tarde (142 AEC), cuando el rey Demetrio II designa a Simón, el último de los hijos de Matatías, como Sumo Sacerdote, reconociendo la autonomía y otorgando una semi-independencia a Judea, como estado vasallo, eximiéndole de pagar tributos. Sería Simón quien daría origen a la dinastía asmonea, que gobernaría la tierra de Israel durante aproximadamente un siglo.
Ahora, desde un punto de vista histórico, ¿cuál es el motivo por el que se celebra Janucá?¿y por qué durante ocho días? Las fuentes rabínicas conocidas ( Talmud -Shabat 21a- y Meguilá de Antíoco 69-72,77) señalan que fue por el milagro del aceite para encender la menorá del Templo, que ocurrió al restablecer el servicio sacerdotal en el Templo. Sin embargo, dicho relato no es mencionado en las fuentes históricas antiguas. En cambio, el primer libro de Macabeos, así como el historiador Flavio Josefo entregan otras explicaciones:
1 Mac. 4:41-48 indica que Judas Macabeo celebró un festival con ofrendas y júbilo para consagrar el Templo profanado, de 8 días de duración, llamados “días de la dedicación del altar" (1 Mac. 4:48), donde construyeron un nuevo altar, lo consagraron y prepararon todo para restablecer el servicio en el Templo. Además, declaró que cada año se debía observar un festival de ocho días a partir del día 25 del mes de Kislev (1 Mac. 4:41-48,56).
Una descripción similar es dada en Antigüedades de los judíos, por el historiador Flavio Josefo, pero además indica que se le conoció como el “Festival de las
luminarias” (Ant. 12:325).
CONTINUARÁ…
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